
“El sistema busca el equilibrio a través de cada uno de nosotros». Marta Ocampo
Cuando hay vida hay movimiento.
Vivimos en un continuo devenir de hechos, circunstancias, sucesos que nos llevan a reaccionar a nivel individual y colectivo de la mejor manera que podemos y sabemos.
Estas formas de reaccionar ayudan a generar, a mantener el bienestar o malestar en los sistemas sociales en los que participamos (familia, pareja, trabajo, amigos, sociedad, etc.)
Todos los que formamos parte de un sistema influimos con nuestros modos de comportarnos en el desarrollo del sistema, en su estado de bienestar y de salud.
La parte repercute en el todo. Yo soy parte que repercute en el todo, en el conjunto al que pertenezco, sea éste familia, empresa, equipo, empresa…
Vivimos en sistemas, en relaciones y nadie, aunque quiera, es indiferente al estado del sistema.
A veces nuestra influencia es directa, abierta, decidida, activa. Otras veces nuestra influencia es indirecta, en la sombra, pusilánime, pasiva.
Hay tantos modos de influir como estilos de personas.
Actuamos en los sistemas que vivimos, siendo reactivos o proactivos, a veces siendo modelos de referencia para otros, a veces siguiendo a otros.
Los modos de actuación y de relación de los componentes de un sistema son un buen indicador de la capacidad del sistema para cambiar y buscar su equilibrio.
Todo sistema humano social vivo está en continuo movimiento buscando su equilibrio.
Todo sistema posee una inteligencia mayor, que es más que la suma de la inteligencia de los miembros que lo componen. Esto se entiende mejor cuando pensamos en un equipo.
La inteligencia mayor de un sistema busca el equilibrio, la armonía del conjunto. Todos participamos en esa búsqueda, no importa si somos o no conscientes. Todos participamos en la conciencia colectiva.
Al pertenecer a un sistema, como parte influimos en el bienestar total.
Todos influimos y somos influenciados.
El nivel de nuestra influencia es mayor al que inicialmente suponemos. Nuestros pensamientos, formas de interpretar las situaciones, de sentir junto con nuestros modos de actuar influyen y repercuten en los demás y en el entorno.
Nuestra influencia no depende de si nuestros modos de actuar son geniales, innovadores, creativos. Desafortunadamente los modos de actuar repetitivos, mecánicos, obsoletos influyen en mantener las situaciones que queremos cambiar.
Influimos siendo creativos o pasivos. Siendo creativos para promover los cambios y pasivos para evitarlos.
Todo cuanto hacemos afecta a otros.
A veces creemos que nuestra influencia es poca porque no vemos los efectos inmediatos, ni colaterales y secundarios de nuestros actos.
Debido en parte a la complejidad que vivimos no nos es fácil ver la consecuencia y repercusión de nuestros modos de actuar y ver cómo estos influyen en el tipo de mundo en el que vivimos.
A veces se cree que la influencia la tienen los otros y se espera a que ellos cambien primero. Esperar a que los otros cambien nos lleva a comportarnos de la misma manera, nos lleva a una dejadez de nuestra responsabilidad y de falta de compromiso con nuestra influencia.
La forma como yo influyo en el entorno depende de muchos factores. Sin duda un factor interno que condiciona mi modo de influir y de comportarme es el valor que me doy a mi mism@.
La manera como nos valoramos a nosotros mism@s condiciona los modos de comportarnos y de influir en el equilibrio del sistema. Una buena valoración, una buena confianza en sí mism@, nos hace reconocer la importancia de nuestra contribución en el sistema. Darnos importancia a nosotros mism@s nos ayuda a tomar las mejores elecciones y acciones y estás curiosamente, suelen ser ecológicas con el sistema.
Por: Marta Lucía Ocampo.
Los planteamientos expuestos constituyen el marco teórico y filosófico para el diseño y desarrollo de la Formación & Entrenamiento Sistémico y en concreto para el curso Especialista en Coaching Sistémico.
Thanks for your opinión and for Reading the article.
Kind Regards,
Marta Ocampo.