
«Entre el mundo, tú y yo está la relación«. Marta Ocampo
Todos estamos vinculados.
Estamos conectados e implicados en las cosas y situaciones que nos pasan.
La separación que hacemos de nosotros mismos, de los demás y de nuestro mundo es una formulación mental, no es real.
La visión del mundo divisible en elementos aislados uno de otros corresponde al tipo de pensamiento reduccionista que en nuestro desarrollo cognitivo hemos desarrollado y asumido a lo largo de la historia (siglo XVII).
Este pensamiento ha tomado la supremacía a la hora de comprender nuestra vida. Nos hemos quedado fijados en la fragmentación, en el análisis de las partes, que fueron necesarios hace tiempo para entender nuestro mundo y que ahora, al querer comprender la complejidad que vivimos, no es suficiente.
Hemos creado, en palabras de Edgar Morin, un paradigma de la simplicidad.
Cuando todo está conectado, requerimos un pensamiento capaz de relacionar e integrar las partes.
La relación es un principio clave de vida.
Nada vive sin relación con algo, con otra cosa.
Vivimos y somos inseparables de nuestro mundo, gracias a la relación.
La Relatio, (del latín, acción y efecto de llevar algo otra vez, ese algo conocimiento) lleva la información de uno a otro, creando la conexión.
Las personas al ser interdependientes vivimos en continua interacción con los demás.
En esta interacción y conexión estamos transmitiendo y recibiendo información, estamos creando relaciones.
El modo cómo transmitimos y recibimos la información nos habla del tipo de relación que construimos con los demás.
Cada encuentro con otra persona, sea un encuentro pasajero o duradero, significativo o superficial produce una relación y un efecto recíproco. Cada relación consiste en un intercambio de información consciente o inconscientemente. Dependiendo del tipo de información se generan lazos, vínculos, cargados de historia, de expectativas, de emociones, de juicios de valor, de comportamientos.
«Cada relación tiene un modo de expresarse, ese modo nos habla de la estrategia que utilizamos para lograr lo que queremos».
A veces la estrategia obedece a las necesidades personales a toda costa sin tener en cuenta a las necesidades del otro con el que se relaciona, consiste en el juego ganador-perdedor, el ataque y la defensa.
En la medida que avanzamos podemos llegar a la estrategia de negociación, la cual implica una concesión, una transacción acordada.
Cuando somos conscientes de que vivimos en un mundo donde todo está vinculado en continua retroalimentación, podemos suponer la importancia de construir relaciones en que todos los implicados se beneficien. Esta es la colaboración.